Participación ciudadana en los diálogos “Hacia una Mayor Protección”: así se vivió el proceso desde dentro

María José Lincovil, Coordinadora de Participación Ciudadana en Tenemos que Hablar de Chile, cuenta cómo se diseñó y vivió este proceso que permitió a personas de todo el país compartir sus experiencias y propuestas para fortalecer la protección de la niñez y adolescencia.

Al cerrar los diálogos “Hacia una Mayor Protección”, impulsado por el Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia en alianza con Tenemos que Hablar de Chile y con el apoyo de la Unión Europea, muchas personas se acercaron al equipo organizador para agradecer la oportunidad de participar, de ser escuchadas y que su opinión fuera considerada.

Esa sensación de escucha y reconocimiento fue uno de los mayores logros del proceso en que participaron más de 1.600 personas a nivel nacional.

La diversidad también fue un aspecto destacado. En cada encuentro participaron personas vinculadas a la niñez y adolescencia desde distintos lugares: usuarios del sistema, profesionales, autoridades, funcionarios públicos y representantes de la sociedad civil. Cada una de esas miradas aportó una pieza esencial al diálogo.

Las mentes y las manos detrás de este proceso son del equipo de Tenemos que Hablar de Chile, que estuvo encargado de diseñar, implementar y sistematizar los diálogos. Durante las próximas semanas, el equipo se encargará de procesar cientos de registros y reflexiones para elaborar el informe final que recogerá lo vivido en las 16 regiones del país.

Revisa a continuación los pormenores de este proceso en las palabras de una de sus principales gestoras, María José Lincovil, Coordinadora de Participación Ciudadana en Tenemos que Hablar de Chile.

Un proceso pensado para escuchar de verdad

“Era muy importante para nosotros garantizar una metodología que asegurara que la escucha ciudadana se desarrollara bajo estándares de calidad, neutralidad y diversidad, fortaleciendo así la legitimidad democrática del proceso de participación”, explica Lincovil.

El equipo tuvo la misión de  diseñar, implementar y sistematizar los diálogos. Para eso, tuvieron que:

  • Diseñar el proceso con foco en las personas y el diálogo abierto.

  • Elaborar materiales físicos y digitales que facilitaran los encuentros en todo el país.

  • Desarrollar una metodología de conversación que permitiera autonomía a los participantes y que recogiera sus reflexiones y propuestas.

  • Sistematizar la información recogida para transformarla en insumos y lineamientos pertinentes.

Cómo se vivieron las conversaciones

“El propósito fue garantizar un proceso participativo diverso, inclusivo y riguroso, capaz de recoger miradas plurales”, precisa María José. Para ello la conversación se estructuró en tres momentos:

  1. Encuadre inicial: se explicaba por qué estaban reunidos, qué temas abordarían y cómo sería la dinámica.

  2. Conversación grupal: los grupos se formaron buscando la mayor diversidad posible. Con la ayuda de tarjetas impresas, las personas guiaban su propia conversación, reflexionaban juntas y registraban sus principales acuerdos.

  3. Socialización final: cada grupo compartía lo más relevante, dando espacio a nuevas miradas, consensos y también disensos.

“Optamos por este enfoque porque nos permitía que las distintas voces fueran escuchadas en igualdad de condiciones y reconocidas con el mismo valor. Con lo cual  se enriquece el análisis y  se fortalece la calidad y pertinencia de las propuestas” agrega María José Lincovil.

Un desafío que unió a todo Chile

Coordinar diálogos en las 16 regiones del país no fue tarea fácil. En poco tiempo tuvieron que definir un estándar común de trabajo, asegurar materiales, acompañamiento y mantener una comunicación constante con los equipos locales del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia.

Para facilitar la gestión, el equipo automatizó varios procesos, lo que permitió optimizar tiempos, reducir carga operativa y aprovechar mejor los recursos disponibles.

El resultado superó las expectativas: hubo un alto nivel de participación, un ambiente de respeto y una energía colaborativa que se sintió en cada encuentro, además hubo un compromiso total de los equipos a nivel central y regional del Servicio.

“Se consolidó un propósito compartido entre los participantes. Esto no sólo enriqueció la calidad de las propuestas recogidas, sino que también fortaleció el vínculo entre ciudadanía e instituciones”, comenta Lincovil.

Los diálogos “Hacia una Mayor Protección” dejaron en evidencia que la participación ciudadana no es solo un paso en el diseño de políticas públicas, sino una forma concreta de fortalecer la confianza entre las instituciones y la ciudadanía.

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“Hacia una Mayor Protección”: más de 1.600 personas participaron en los diálogos regionales sobre niñez y adolescencia